En la última década, Internet se ha convertido en el soporte esencial de la actividad económica y social, en el epicentro del desarrollo de la Sociedad de la Información y Economía del Conocimiento. Todos estamos inmersos en una nueva era tecnológica de modo que, “los ciudadanos europeos están adoptando un modo de vida digital basado en una tecnología que se declara mundial y sin fronteras”, según la Comisión Europea.
En este panorama, en marzo de 2010, la Comisión Europea puso en marcha la Estrategia Europa 2020 como uno de los pilares sobre los que sustentar su estrategia de cara al futuro pero también con el objetivo de salir de la crisis económica por la que están pasando los Estados miembros que configuran el gremio europeo.
Como continuidad y reemplazo de la Agenda de Lisboa de la primera década del siglo XXI, la Agenda Digital Europea es una iniciativa que se enmarca dentro de la Estrategia Europa 2020 y tiene como misión centrar la función de las TIC a partir de siete objetivos: creación de un mercado único digital, mejora de la interoperabilidad entre contenidos y servicios TIC; fomento de la confianza y la seguridad en Internet; una oferta de un acceso mucho más rápido y seguro; estimulo de la inversión en I+D; fomento de la alfabetización mediática y la capacitación digital; y la aplicación de las TIC a las mejoras del cambio climático, sistemas de salud e inserción social.
El sector de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones ha cambiado el día a día de cada uno de nosotros, y tal y como manifiesta la propia Comisión Europea, es directamente responsable del 5% del PIB europeo de modo que, la aplicación de una Agenda Digital para Europea “contribuiría significativamente al crecimiento económico de la UE y distribuiría los beneficios de la era digital entre todos los sectores de la sociedad”, además de fomentar la innovación y mejorar la vida cotidiana de los ciudadanos y las empresas.
Pero, ¿en qué fundamenta la Comisión Europea su criterio para la consecución de los objetivos que se marcan en esta Agenda?
El punto de partida para poner en marcha el enorme potencial de las TIC está presenciado en lo que la Comisión Europea denomina “ciclo virtuoso de la economía digital”, un flujo de actividad que puede autoalimentarse, y que consiste en ofrecer contenidos atractivos en un entorno de Internet interoperable y sin fronteras, para estimular la demanda de velocidades y capacidades más elevadas y fomentar la inversión en redes más rápidas. Se trata de un análisis comparativo entre el impacto que el desarrollo de las redes de alta velocidad tiene hoy día y el que tuvo hace un siglo el desarrollo de las redes eléctricas y de transporte. Estamos hablando en este caso de una conversión de lo físico a lo digital, un espacio que pretende que todos los contenidos sean accesible universalmente y desde cualquier dispositivo: teléfono inteligente, tableta, ordenador personal, etc.
- En el círculo central la Comisión plantea una serie de obstáculos que pueden impedir los esfuerzos realizados para explotar el sector de las TIC: fragmentación de los mercados digitales, falta de interoperabilidad y de inversión en investigación e innovación, incremento de la delincuencia online, etc.
- La parte exterior representa el llamado “ciclo virtuoso” de la economía digital.
Sin embargo, muchas son las preguntas que podrían surgir: ¿se trata de una apuesta segura?, ¿en la práctica resulta fácil la consecución de los objetivos que plantea la Comisión Europea a través de la iniciativa de la Agenda Digital?, etc. En este sentido, Francisco Campos Freire, en “Los grupos de comunicación de Europa se concentran en la Agenda Digital 2020” afirmaba que los siete objetivos en los que se centra la Digital Agenda son “loables pero lo difícil es concretarlos y hacerlos viables en cada uno de los países de la Unión Europea, con legislaciones, regulaciones y acciones que todavía son poco convergentes”.