Marshall Mc Luhan (1964) en su ensayo «Comprender los medios de comunicación» afirmaba que las tecnologías son las extensiones del ser humano.
Han pasado más de cinco décadas y vemos que tal afirmación se corrobora con la situación actual. Vivimos en un mundo hiperconectado, donde el teléfono móvil, junto a la instantaneidad y ubicuidad se han convertido en parte de la identidad de las personas.
Según la publicación «La transformación digital y móvil de la comunicación política» del autor Antoni Gutierrez y publicado por Fundación Telefonica, no han pasado muchos años y, sin embargo, cuesta recordar el tiempo en que la tecnología móvil era un lujo reservado para unos pocos. Parece que siempre hubiera existido, es parte de nuestra cotidianidad e instrumento «fundamental» para nuestra vida en sociedad. El teléfono móvil es una clase de «super-extensión» de nuestro cuerpo, un cerebro con la capacidad de conectarnos con nuestro entorno.
Actualmente, en algunos lugares del mundo, es más fácil tener un teléfono inteligente que un
baño o agua potable. Según estimaciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en el mundo hay más personas con acceso a teléfonos móviles que a baños limpios. A diario, millones de personas llevamos teléfonos que, en promedio, tienen una capacidad tecnológica mayor a la que tenía el Apolo 11 cuando aterrizó en la Luna en 1969. La movilidad de las comunicaciones
ha cambiado nuestro entorno, nuestra forma de relacionarnos, de conocer, de participar, de expresar, de amarnos.
Se hace difícil imaginarlo en sus inicios como era el Handie-Talkie H12-16, artefacto desarrollado por la compañía Motorola, que permitía el contacto, vía ondas de radio, con las tropas durante la Segunda Guerra Mundial. Esta tecnología, que surgió con fines militares, posteriormente fue adaptada y mejorada hasta que, el 3 abril de 1973, Martin Cooper (directivo de Motorola a quien se le atribuye su invento) realizó la primera llamada desde un teléfono móvil en una calle de Nueva York. Aquel aparato pesaba cerca de un kilogramo, sus medidas eran de 33,02 x 4,445 x 8,89 cm y su batería permitía una hora de comunicación. Curiosamente, Cooper no se comunicó con nadie cercano, al contrario, esa primera llamada fue dirigida a su mayor rival en la industria, Joel Engel, de los Bell Labs de AT&T.
Una de las compañías pioneras que se dedicaron a la explotación de la telefonía móvil fue la norteamericana Bell con su servicio móvil llamado: System Service. En sus inicios no tenía mucha popularidad, porque era extremadamente caro, un lujo destinado a grandes empresarios que debían estar en constante comunicación, durante los años ochenta. Hoy nos cuesta imaginar un mundo donde las personas no tengan un móvil que les permita estar conectadas en todo momento con su entorno inmediato y con toda la sociedad en general. Es obvio que, más de cincuenta años después, Mc Luhan tenía razón.
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