La irrupción de Internet ha modificado los esquemas que regían el ecosistema informativo: ahora los medios de comunicación han difuminado sus fronteras, marcadas durante años según el formato de trabajo de cada uno de ellos. Se pasa así a un modelo en el que reina la marca, y en el que el formato es un elemento secundario.
Por Miguel Ángel Ossorio Vega. // Hace unos años, un canal de televisión era un canal de televisión y un periódico era un periódico. Dicho de otro modo: Antena 3 era un canal de televisión y nada más, y El País era un periódico. Sin más.
Este esquema ya no sirve, dado que Internet se ha convertido en el centro de operaciones prioritario de todos nosotros (de todas las empresas, de todas las personas, de todas las instituciones…). Internet es el centro, la base, el hub básico para trabajar. No hay nada fuera de Internet, aunque suene radical. Y lo peculiar que tiene Internet es que es capaz de albergar todos los formatos y contenidos que podamos imaginar: no tiene límites, salvo los que nos marquen nuestros prejuicios y la imaginación (ni siquiera el presupuesto es un problema, dado que proporciona herramientas gratuitas para hacer absolutamente cualquier cosa).
Como parte de esa conversión, Internet ha alterado los esquemas: ahora El País es más que un periódico y Antena 3 es mucho más que un canal de televisión. Que no nos engañen las aparentes reticencias (comprensibles, por otra parte) de los medios de comunicación a ceder ante Internet y reconocer que su modelo de negocio tradicional ya no existe como tal. Las oportunidades que brinda la Red son únicas en la Historia de la Humanidad. Y eso lo empiezan a saborear los medios de comunicación, especialmente los que se arriesgan a salir de sus zonas de confort para explorar nuevos caminos.
En ese sentido, El País está revolucionando su propia existencia. Si hace algunos meses su director, Antonio Caño, sorprendía al gremio al calificar al diario de Prisa de un «periódico digital con edición en papel», marcando el rumbo del futuro de la prensa (no sólo de su periódico), ahora apuestan fuerte por el vídeo: El País ya no es un periódico, pero es mucho más. Ya no es un compendio de hojas a la venta en un quiosco, sino una marca que trabaja con información y que la distribuye en cualquier formato que se preste a ello. Diríamos que tiene dos formatos: Internet y el papel. Digital y analógico. Pero es que dentro del digital caben muchas formas, y es ahí donde El País está explorando y conquistando nuevos territorios: si en un principio se publicaba texto con imágenes, como en el papel, ahora se incluyen gráficos interactivos, vídeos y aplicaciones informáticas. Esto no es nada nuevo, dado que ya llevamos casi una década consumiendo este tipo de contenidos en las webs de los periódicos. Sin embargo, lo que sí es nuevo es que El País esté coqueteando con un canal de televisión propio y de difusión digital. No es lo mismo insertar un vídeo en una noticia que crear un canal de televisión al uso, cumpliendo a rajatabla con el lenguaje televisivo y las normas del periodismo audiovisual.
El País ha aprovechado las Elecciones Generales para demostrar por dónde van a moverse en los próximos meses, primero organizando y emitiendo un debate electoral y, unos días después, con un programa de televisión (tal cual) de cinco horas de duración con su presentador, su plató, su realización televisiva, colaboradores, conexiones en directo y elementos sobreimpresos en pantalla.
Puede que Antena 3 fuera (y sea) un canal de televisión. Pero El País, aunque sea a ratos, también es un canal de televisión. Tal vez podamos intentar derrumbar esta idea arguyendo que el hecho de emitir un programa de televisión un día, por muy profesional que haya sido, no convierte a una compañía cuya supervivencia depende actualmente del papel en un canal de televisión. Me niego a aceptar ese argumento: es cierto que los contenidos de Antena 3 los podemos ver en nuestra televisión y que sólo basta con sintonizar nuestra antena para recibirlos (cosa que no sucede con El País); es cierto que Antena 3 tiene una parrilla completa, 24 horas, de programación variada, y El País sólo ha hecho dos emisiones televisivas en su vida. Todo eso es cierto.
Sin embargo, también es cierto que Antena 3 emite sus contenidos a través de Internet (como ha hecho El País). Y es cierto que muchos de nosotros vemos Antena 3 a través de plataformas de televisión de pago que se distribuyen… sí, por Internet. Como El País.
Aunque haya sido durante cinco horas, Antena 3 y El País han competido cara a cara con un mismo producto, comentarios en directo de la noche electoral, en un mismo formato: la televisión. Da igual cómo emitan, sin por antena o por Internet. Lo reseñable aquí es que el programa electoral de Antena 3 fue seguido por 1.461.000 espectadores, el de Telecinco por 1.463.000 espectadores y el de El País más de 1.500.000 espectadores de 150 países.
La noche electoral, El País miró a la cara a los canales de televisión. Con un programa de televisión.
¿Quién dijo que un periódico era un periódico?
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Fuentes:
Audiencias Antena 3 y Telecinco.