Los periodistas deben reinventar el periodismo. Esta travesía debe hacerse tanto desde una lógica narrativa como desde una perspectiva de negocio sorteando los retos que debe afrontarse en la consolidación de los nuevos roles dentro de la sociedad.
En este nuevo paradigma, muchos se han lanzado en la búsqueda de la piedra filosofal del modelo (narrativo, de negocio, contextual) a seguir. Desde corporaciones periodísticas de gran renombre y trayectoria, pasando por empresas tecnológicas que creen que su invento basado en bits y algoritmos es la panacea de los medios hasta aventureros digitales (en el buen sentido) que conciben sitios de información como resultado de sus destrezas y habilidades técnicas, se han puesto como objetivo encontrar las formulas sobre la rentabilidad de los medios.
No es mi pretensión sentar las bases de los nuevos modelos periodísticos (si lo supiera-aunque investigo sobre ello-, seguro que ya estaría en la lista de Forbes) que deben desarrollarse, sino, simplemente, dar unas pinceladas sobre el status quo y brindar sugerencias, principalmente, a los jóvenes periodistas y estudiantes de periodismo, quienes serán los verdaderos artífices creadores del nuevo medio y contexto periodístico, basándome en análisis sobre tendencias, bajo el prisma de la observación directa y criterios académicos.
1. En primer lugar, basta ya de escuchar a los agoreros y apocalípticos digitales (y no digitales) quienes a través de blogs, revistas, informes o publicaciones “negras”, cada día nos informan de lo mal que está la profesión. Sólo por poner un ejemplo, en la presentación del último Informe 2012 de la Profesión Periodística que edita la APM, la palabra que trascendió en todo momento fue: “crisis de los medios o del periodismo” (si la frase se hubiese twitteado, seguro que hubiese sido trending topic). La pregunta que surge a raíz de este estado catastrófico, es: ¿Que se hace para sortear esta crisis? Y ¿Qué hay de nuevo en esta crisis que no se sepa ya? Las respuestas a estas preguntas tiene sus raíces en lo que parece ser que muchos han olvidado que de crisis de medios venimos hablando desde 2005.
Como ejemplo podemos citar un informe publicado en ese año (2005) por Le Monde Diplomatique, cuyo titulo de portada fue: “La crisis de los medios”. En ese informe, Ignacio Ramonet (periodista y director de la publicación) analizaba como, desde 2002, a escala mundial, los periódicos venían descendiendo en lectores a razón de un 2 por ciento anual. Entonces ¿Porqué seguimos entonces hablando de crisis si ya sabemos y somos consciente que el periodismo –y los medios- están en crisis desde hace años? Aunque, también hay que decir que en los últimos tres años, la crisis del sector se ha acrecentado por la coyuntura de la crisis económica. Pero, como digo, es coyuntural.
2. En segundo lugar, debemos debatir y discrepar con los que consideran que el periodismo se ha acabado. Es posible que estemos asistiendo al fin de un ciclo del modelo –o formato- pero no del periodismo. Por ello, ante afirmaciones como “El periodismo ya no es el monopolio de los periodistas” hay que saber interpretar el tema ya que la frase, dicho así, puede confundir a periodistas y estudiantes de periodismo.
Al respecto, es verdad que el acceso a la información es patrimonio de todos aquellos que dispongan de la infraestructura para hacerlo. Pero, una cosa es acceder a la información y crear información y otra cosa es hacer buen periodismo. Tal parece que asistimos a la desaparición del periodismo profesional para dar cabida a un ejército de personas de todo el mundo que pueden hacer pueden “cometer actos de periodismo”. Es verdad que es hora de democratizar las técnicas del periodismo, contarle a la gente cómo trabajan los periodistas, el por qué contamos historias de maneras particulares y cuáles son los principios éticos que seguimos. Pero de ahí a que los ciudadanos se conviertan en periodistas, dista mucho.
Da por pensar que así como el área de cultura en los medios es un “cajón de sastre” así podría ser el ejercicio del periodismo. Es decir, convertir el periodismo en “el cajón de sastre” de cualquier persona que disponga de una titulación o no. Y ¿Qué pasa con los que dedican años a estudiar esta disciplina? Cuesta creer que se haya engañado y mentido (me incluyo como afectado) a varias generaciones de personas que, desde hace 40 años (en el caso de España) y de más años en otros países, han escogido estudiar Periodismo, como se escoge estudiar Derecho, Sociología o Filosofía. La actual situación de los medios y del periodismo, no puede llevarnos a ser tan simplistas.
3. En tercer lugar está la cuestión formativa. Existen en España más de 40 centros superiores en donde se imparten las titulaciones de Periodismo en sus tres niveles Grado, Master y Doctorado. Es verdad que a estas alturas, podemos estar asistiendo a una sobredimensionalidad en la oferta de estudios. Pero eso no significa borrar de un plumazo las titulaciones de estos centros. En los tiempos actuales, jamás el periodismo -como disciplina del conocimiento- gozó de tantos atributos.
Según Philip Meyer (2002) “Los periodistas eficientes del futuro inmediato, necesitarán comprender los procesos y efectos de la comunicación de masas y las teorías que tratan de explicarlos, del mismo modo que las destrezas del oficio en materia de redacción, organización de tareas, diseño y producción”. Para ello, según Meyer, considerado uno de los grandes intelectuales del periodismo, no basta ya el aprendizaje imitativo y la transmisión mecánica de rutinas, características propias de los oficios, sino “la adquisición de principios rectores, típicos de una profesión, de forma que, cuando las cosas cambien, el profesional comprenda los cambios y ajuste las técnicas a su nuevo estado. Tenemos hoy una desesperada necesidad de teoría, de nuevas formas de comprender el entorno de los medios. Los centros universitarios de investigación, con potentes programas de doctorado son nuestra mejor esperanza para desarrollar ese nuevo conocimiento”.
En concordancia con Meyer, debemos, pues, potenciar la formación periodística, no sólo para un entorno profesional sino como una disciplina científica (la Unesco ya la ha clasificado) en cuyo desarrollo tiene un papel fundamental las facultades de comunicación. El problema es que muchos siguen considerando –por interés o desconocimiento- el periodismo sólo como un oficio, que se transmite de generación en generación.
4. En cuarto término, y en relación con el punto anterior, eso significa, abordar nuevas formas de aprendizaje y nuevos conocimientos, hasta hace poco tiempo vedados para los periodistas (sobretodo, en relación al conocimiento tecnológico), lo que implica una reinvención del aspecto formativo. Los nuevos planes de formación periodística, además de los propios de la profesión, deben imbricarse con otras disciplinas tales como la programación (informática), la estadística, la telemática, la psicología y las ciencias empresariales.
5. En este contexto, debemos proponer soluciones, algunas de las cuales me permito sugerir:
a. A la Acción, Reacción: Una vez que sabemos hasta la saciedad de esa crisis que nos atiborran por todos lados, no podemos quedarnos cruzados de brazos. Hay que actuar ¿Cómo? Empezando por adoptar posiciones más positivas que negativas. Puede parecer una tontería u obviedad, pero si antes no visualizamos el escenario (visión global) de lo que queremos hacer, difícilmente podremos llevarlo a la práctica. Por ello, lo primero será concienciarnos de que podemos reinventar el medio (Yes, we can). Es una forma de visualizar el éxito.
b. Corresponde a las Facultades y empresas periodísticas tener mayor acercamiento. No pueden ir por caminos distintos. Hay que imbricar la práctica con el pensamiento teórico y conceptual, ya que, precisamente, en esto último radica el valor añadido de conocimiento que transfieren las Facultades de Comunicación.
c. Hay que trabajar de forma colaborativa. Si los medios no tienen tiempo para investigar (no es su misión) deben hacerlo las facultades. De ahí que las facultades deban crear –o transformarse en- laboratorios de medios (medialabs) en donde se realicen pruebas y experimentos. Trabajar bajo el concepto de prueba y error.
d. Es hora de demostrar que en Periodismo y Comunicación, se realiza investigación aplicada y experimental y no sólo investigación básica. Como analogía podemos adoptar el modelo del Gran Chef (profesor-investigador), que dispone de una cocina con todos sus utensilios (el laboratorio con todas las tecnologías) y los candidatos a chef (los estudiantes, fundamentalmente, de postgrado) ¿Podemos imaginarnos a un chef que enseñe los secretos de la cocina únicamente a través de dispositivas o por el contrario a un chef que utiliza -de forma práctica- un tipo de cuchillo para cortar el jamón, enseñando la forma de hacerlo desde como se coge el mango del cuchillo? Bien, de la misma forma, hay que investigar en periodismo, con hechos y resultados demostrables.
e. El periodista debe buscar la especialización. No se puede ser todista. En este sentido, hay que tomar el modelo de MIR u Hospital docente. Es decir, los periodistas deben elegir una especialidad dentro de un medio (que a modo de hospital) debe velar por su formación cada vez más especializada. Y al igual que el MIR, esta especialización debe ser remunerada.
f. En los cambios que deben abordarse desde las facultades o escuelas de periodismo, éste debe venir con una dotación de infraestructura que puede ser compartida con las empresas periodísticas. El aprendizaje de las tecnologías digitales debe darse de forma transversal durante toda la etapa del estudiante en el centro. Aunque este conocimiento no signifique que necesariamente, deba hacerse de forma presencial, sino aprovechar la virtualización que las herramientas multimedia pueden hacer.
© Jesús Miguel Flores Vivar.
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